Teléfono rojo
Es una vieja práctica.
Los discursos de austeridad han existido siempre.
El gobierno de Miguel de la Madrid se estrenó con la Renovación moral de la sociedad.
Las crisis recurrentes de aquel tiempo obligaron a tomar medidas adicionales y por delante iba la reducción de salarios y de burocracia.
Con Carlos Salinas no hubo tanta promesa porque los pactos de estabilidad y competencia económica –de nombre variable en el tiempo– derivaron a los aparatos productivos y comerciales.
Ernesto Zedillo revivió la preocupación en dos circunstancias:
Desde su toma de posesión con alusiones a la ‘medianía’ de vida del servidor público bajo la lógica juarista de trabajar para el país y no servirse del cargo.
Y por la crisis de 1994 y 1995 –error de diciembre, lo bautizó Carlos Salinas–, la cual obligó a medidas de astringencia a todo el gobierno.
Diferente nombre, mismo ingreso
Después la bonanza petrolera y la estabilidad económica fueron factor de dispendio.
Con Vicente Fox y Felipe Calderón el país tuvo los precios más altos de la exportación petrolera pero los recursos se fueron a gasto corriente y burocracia dorada.
Pero importa la actualidad.
Andrés Manuel López Obrador ha ordenado austeridad extrema y corresponde al secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, hacerla respetar.
Ya sabemos lo sucedido con ese al IMSS, causa y razón de la renuncia/denuncia del ex director Germán Martínez Cázares.
Pero siempre hay forma de burlar.
Se han quitado seguros de gastos médicos mayores, seguros de vida, gastos de representación, etcétera.
Pero se mantiene el ingreso intacto.
¿Cómo?
La administración tiene subterfugios.
Y si alguien lo duda, en especial Carlos Urzúa, puede asomarse a las percepciones de funcionarios de primer nivel en varias secretarías.
Se les cambió de cargo a los nuevos servidores –si eran coordinadores hoy son jefes de oficina, por ejemplo–, pero se les mantuvo el salario de sus antecesores panistas.
Puede comenzar en Gobernación, donde abundaban los coordinadores y directores generales y hoy se les denomina diferente.
Nuevo nombre, mismo ingreso.
Los solitarios aspirantes del PRI
1.- Seguramente ninguno ganará, pero los dos llevan mucho trabajo de tierra.
Los priístas Ivonne Ortega y Ulises Ruiz, cuyos encuentros con militantes son diarios, han logrado crear una red de representantes en prácticamente todos los estados.
Citan, hacen asambleas, se presentan como independientes –rebeldes a la nomenklatura, debiera decirse-, designan representantes, promueven afiliaciones y comprometen lealtades.
-Ninguno de ellos se va a vender –asegura Ulises.
A la gente le gusta la disidencia y así los identifican porque no hacen eventos en sedes oficiales del organigrama del PRI.
Su presencia contrasta en constancia con las de otros aspirantes a presidir esa organización y tienen un punto a favor: no hay padrón confiable y ellos sí tienen uno propio para la movilización.
A veces andan solitarios y tal vez con menos arraigo, pero así anduvo Andrés Manuel López Obrador con grupos de decenas y cientos de ciudadanos en pueblos y rancherías.
Y 2.- la visita de López Obrador a San Luis Potosí será hasta hoy.
La anunciamos para ayer, pero el gobernador Juan Manuel Carreras aprovechó el día para entrevistarse con varios funcionarios federales, entre ellos los de Economía y Turismo.