Teléfono rojo
-Simplemente no pasa.
Ese es el reporte llegado a Palacio Nacional sobre la candidatura de Margarita Ríos-Farjat para ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
La titular del Sistema de Administración Tributaria (SAT) es la favorita presidencial para el mullido sillón de Eduardo Medina Mora.
Él fue obligado a renunciar cuando le presentaron documentos sobre supuesto enriquecimiento sin respaldo y lavado de dinero en sus múltiples cuentas.
Las autoridades mexicanas se disponían congelar su riqueza, amén de llevar la investigación hacia estratos internacionales.
Las indagatorias no eran solamente contra él, sino contra miembros de su familia, parientes y de negocios.
Se fue y así llegó la oportunidad del Poder Ejecutivo de ampliar sus espacios en la Sala superior de la Suprema Corte.
Es aparte lo del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), desde donde se maneja el Poder Judicial y con mayor importancia para ese oscuro aparato. Ahí no hubo problema.
El Senado votó por Loretta Ortiz y Verónica DeGyves, a quienes se sumó la designación presidencial de Bernardo Bátiz.
Si se considera la afinidad del presidente Arturo Zaldívar con el gobierno, Palacio Nacional ya tiene cuatro de siete posiciones.
DIANA COMO SEGUNDA OPCIÓN
Pero hoy el problema es la nueva ministra.
Desde Palacio Nacional se integró una terna con mujeres por aquello de la equidad de género.
Margarita Ríos-Farjat, presidenta del SAT; Diana Alvarez Maury, subsecretaria de Gobernación, y Ana Laura Magaloni, jurista y universitaria reconocida.
La orden es imponer a Ríos-Farjat como se dispuso –y se obedeció- a María del Rosario Piedra Ibarra de presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
La relación entre ambas es directa:
La oposición no está dispuesta a dejarse arrastrar como sucedió con la cuestionadísima Piedra Ibarra, cuyo nombramiento está todavía e inútilmente sub júdice.
Para el Senado, y en especial para el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), Ricardo Monreal, sería el desprestigio total y todavía le restan cinco años.
¿Se la jugará?
No parece.
En Palacio ya se tiene la segunda opción.
Diana Álvarez tiene el respaldo de gran parte del entorno presidencial.
No es el caso de Magaloni, con muchas credenciales y respaldos de abogados y académicos, pero son menos raíz en el gobierno actual.
BALAZOS EN LUGAR DE ABRAZOS
1.- Miguel Alonso Riquelme no dudó a la pregunta:
-¿Política de abrazos, no balazos?
No, repuso, los delincuentes no entienden eso de amistad so pretexto de los derechos humanos y cambiar el paradigma de pacificación.
-¿Por qué no mejor balazos cuando no entienden de abrazos? –repreguntó.
Como gobernador de Coahuila, luego luego de la incursión de decenas de delincuentes del crimen organizado en Villa Unión, no se tentará el corazón.
Actuará como es su responsabilidad para recuperar la paz y evitar la invasión de criminales de otros estados, “sea del signo que sean”.
Ah, si los demás gobernantes se alejaran de la demagogia en turno y asumieran su responsabilidad como lo exige la ciudadanía…
Y 2.- no está dicho todo sobre Baja California y el período del gobernador Jaime Bonilla.
La suerte estará echada en la Suprema Corte de Arturo Zaldívar y ya está la línea dictada por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.