Sin mucho ruido
El presupuesto soy yo
Por si alguien dudaba del absoluto poder presidencial, échele un vistazo al Presupuesto de Egresos 2021, acatado y aprobado por la “aplanadora” de Morena y sus rémoras.
Resultó un presupuesto centralista y astringente; recorta gastos hasta que duela.
Es evidente el desbalance entre lo que se llevan los proyectos del Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas o el Aeropuerto de Santa Lucía junto con los programas sociales y clientelares, en comparación con las bolsas para todo lo demás.
De los 6 billones 290 mil millones de pesos que gastará el gobierno el año que viene, sólo se reasignaron poco más de 2 mil millones. Materialmente nada. La oposición reclamaba reacomodar 109 mil millones.
De nada sirvieron los enojos y quejidos de los diez gobernadores “rebeldes”, quienes acusan una “infamia presupuestaria”. También fueron ignoradas las observaciones de especialistas serios quienes aconsejaban dejar de echarle toneladas de dinero bueno a una política energética retrógrada.
El nuevo presupuesto de gastos es rigurosa disciplina fiscal a costa del desarrollo, por su orientación asistencialista, no productiva.
Además, para operar el próximo año, el gobierno terminará de consumir el fondo de estabilización del petróleo, ya se engulló cuanto fideicomiso pudo, remató, subastó, rifó cuanto avión coche, casa o joya tuvo a su alcance. Ahora tendrá que sacar dinero debajo de las piedras porque la austeridad no dará para más.
Se asoma entonces la necesidad de una Reforma Fiscal que satisfaga los apremios de Palacio a partir de 2022, siempre y cuando Morena deje de ser hegemónico. Mientras, habremos de pagar justos por pecadores.