Teléfono rojo
La crisis humanitaria de los migrantes niños, prófugos de la infame pobreza y la violencia criminal hondureña y salvadoreña, sobre todo, tiene al gobierno de Peña Nieto con los dedos en la puerta, ¿o debo decir, tratando de tapar los enormes agujeros del queso gruyere que hace las veces de frontera al sur profundo de la República Mexicana?.
La “pasada” de esos “migrantitos” es una vergüenza; México si merece que le marquen penal… y que los funcionarios irresponsables del Instituto Nacional de Migración se vayan mucho… precisamente al penal, para hacerle compañía a “pintas” como El Chapo, y socios sucios.
Increíblemente nadie parece tomar en serio el crecimiento exponencial del fenómeno de los niños migrantes en los últimos cinco años, hasta que el gobierno gringo, con el agua al cuello, viene a la conflictiva región a pegar de gritos y endosarle el problema a sus vecinos del “patio trasero”; primero a México, el país trampolín, y atrasito, a Guatemala, El Salvador y Honduras, donde se producen las fallas de origen.
El gobierno de Obama no puede más con sus opositores republicanos. En su país reside uno de cada cinco migrantes del mundo. Atender la magnitud y complejidad de la tragedia humanitaria que esto provoca es prioridad… y Washington intenta deshacerse de esa ardiente papa política.
Pero ellos también merecen que les marquen un penal.
Los niños migran a Estados Unidos con la idea de que aquel gobierno es menos proclive a deportarlos, o que pronto será aprobada una reforma migratoria. Sin embargo, el Presidente Obama ha dejado claro que buscará impedir la ola de “minimigrantes” y deportará a la enorme mayoría de quienes consigan hacerlo, por eso ha pedido al Congreso de su país una partida especial de dos mil millones de dólares. Los migrantes cuestan más si son menores, gracias a una ley promulgada por George W. Bush.
Niños y niñas indocumentados siempre han existido. Sólo en lo que va del año, 8 mil han sido asegurados en EU, el doble de los registrados durante el mismo periodo del año pasado. De octubre a la fecha, el número de detenidos es de 52 mil. En 2011 fueron deportados 4 mil, para 2012, la cantidad llegó 10 mil, y en 2013 superó los 20 mil.
El fin de semana, autoridades estadounidenses confirmaron sus esfuerzos para acelerar deportaciones; los gobiernos de El Salvador y Honduras anunciaron campañas mediáticas para desincentivar la migración; los presidentes de México y Guatemala se han comprometido a tomar medidas para ordenar el flujo migratorio de menores y mayores… de eso trata el programa Paso Seguro.
Pero nada parece suficiente.
Las campañas disuasivas resultan ingenuas, y en el fondo, perversas.
Niños y niñas no salen por gusto de sus comunidades. Huyen del hambre, la violencia, y la muerte.
Estados Unidos también tiene responsabilidad. El endurecimiento de la política migratoria impide a los padres de familia regresar a sus países por miedo a no poder volver jamás a territorio norteamericano. Muchos de ellos, ansiosos por reunirse con sus familias, se ven orillados a permitir que sus hijos tomen solos el infernal camino hacia el norte… y en medio queda México, un agujero negro sellado por la corrupción, el abuso y el crimen organizado.
La crisis de los migrantes niños es un rompecabezas… y los menores detenidos enfrentan el peor escenario… para ellos, el futuro no existe.
Por todo esto, le digo, la crisis humanitaria de los migrantes niños, ¡Sí es penal!
@JoseCardenas1| [email protected] | josecardenas.com.mx