Caen 2 por el asesinato de un hombre en Teloloapan
IGUALA, Gro., 14 de octubre de 2014.- Las tupidas montañas que rodean a Iguala, Guerrero, donde 43 estudiantes desaparecieron tras ataques de la policía, ocultan bajo su oscura vegetación un “cementerio” clandestino del crimen organizado donde más de 80 cadáveres han sido desenterrados sólo este año.
“Allá va la combi del cementerio”, dicen ahora los pasajeros y los choferes para referirse al autobús público que se dirige a Las Parotas, un paraje en las faldas de una montaña en el que el 4 de octubre se hallaron cinco fosas con 28 cuerpos que se teme sean de estudiantes, se publica en Vanguradia.
Caminar por esos cerros sería como un paseo dominical entre flores silvestres si no fuera porque cualquiera puede terminar parado sobre una de las muchas fosas clandestinas que hay en la zona.
Iguala, a solo 200 km de la ciudad de México, es desde hace años una zona en disputa por varios cárteles del narcotráfico, al igual que el resto de la convulsa región de Guerrero.
A uno de ellos, los Guerreros Unidos, se le acusa de colaborar con los policías municipales en las balaceras del 26 de septiembre contra los estudiantes, que dejaron seis muertos y la desaparición de 43 jóvenes, muchos de los cuales fueron vistos por última vez en poder de los agentes.
La infiltración de este cártel en la política local de Iguala llegaría hasta la misma esposa del alcalde, quien es hermana de al menos tres jefes narcotraficantes, pero las autoridades no actuaron hasta la tragedia de los estudiantes.
“La mayoría de la gente sabe que existían y siguen existiendo fosas, no sé porque el gobierno no hizo nada respecto a las que se encontraron antes”, dijo a la AFP Jorge Popoca, dirigente de los comerciantes de Iguala.
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