Teléfono rojo
Dentro de lo poco que cabe
‘Dentro de lo que cabe, sí’, respondí para mis adentros la pregunta que un feisbuquero publicó en su muro hace dos semanas: “¿Héctor Astudillo Flores es el gobernador que Guerrero necesita?”.
Para mis adentros, porque me dio extrema pereza engancharme en el alegato interminable e irresoluble que la pregunta amenazaba desatar, y porque en estos tiempos electorales, el argumento, la lógica y el sentido común son escasos en casi cualquier discusión política, particularmente en redes sociales.
Pero antes de las discrepancias y polémicas que pudiera involuntariamente provocar aquí mi silenciosa respuesta a la pregunta, solicito la venia y gracia de los lectores para revisar el significado de las primeras cinco palabras de este espacio, y explicar el sentido y alcance de mi opinión con mayor claridad.
Y es que, por alguna razón, los naturales de este país solemos juzgar los actos ajenos (sobre todo de los políticos) con estándares y parámetros más estrictos que los que la realidad y los hechos sugieren, sin ponderar los factores negativos de cada situación.
Justo por eso aclaré que ‘dentro de lo que cabe’. Porque según el diccionario de la Real Academia Española, la expresión significa que “no es un bien absoluto, sino que está bien dentro del conjunto de posibles estados en los que podría estar, está en los mejores”.
Algo muy parecido a la expresión en inglés ‘all things considered’. Según el portal del diccionario Oxford, “cuando se dice que algo es bueno, ‘all things considered’, significa que fue bueno en general, a pesar de que la situación no es perfecta, considerando todos los problemas y dificultades inherentes”.
Entonces, considerando que la población del estado es más pobre que hace 10 años; que el 64 por ciento vive en situación de pobreza; que 71.4 por ciento de la fuerza laboral depende de la economía informal; que se generan 77 pesos por hora trabajada, mientras que a nivel nacional se generan 139; que la tasa de homicidios es de 63.5 por cien mil habitantes, y la nacional de 16.3; que es uno de los cinco estados más violentos y de los cinco más pobres del país; y que tiene rezagos en prácticamente todos los niveles, que se han venido gestando por décadas.
O sea, que dentro de lo que cabe en un estado con esos y otros problemas tan graves, en los tiempos y circunstancias que le tocaron, opino que Héctor Astudillo sí es el gobernador que Guerrero necesita.
Ahora que, ya sea de manera capciosa o retórica, si lo que preguntaba el feisbuquero era sobre un gobernador capaz de resolver, desactivar, derrotar, superar, contener, evitar, conquistar, lograr y cumplir, todo lo que Guerrero necesita, en menos de tres años de trabajo… es obvio que no.
Aunque sea un gobernador tan serio, comprometido, prudente, respetuoso, tenaz, trabajador, decidido y responsable como él. Aunque los resultados en turismo, economía, obra pública y gobernabilidad de su gobierno sean buenos como los del suyo, es obvio que, en estos tiempos y circunstancias, ni él ni nadie podría, ni podrá serlo.
Menos, si consideramos la anormalidad democrática mexicana que, como casi todo, en Guerrero es más disfuncional y patológica; y menos aún, considerando la grave descomposición política de los partidos, que registran candidatos para elegir gobiernos y legisladores, pero que casi siempre desacreditan, resisten, rechazan, oponen, enfrentan, y obstaculizan cuando pierden, el trabajo, los proyectos, los planes, las acciones y las obras de los que ganan.
Para tener los gobiernos que necesita Guerrero, se necesita gobernanza y gobernabilidad; es decir, primero necesitamos cambiar todos y cambiar todo lo necesario, para que la democracia de veras sirva y funcione para todos.