Teléfono rojo
Los peligros que acechan a Morena
Después del primero de julio encabronan muchas acciones de los políticos, tanto de los que combatieron la propuesta de Morena, los opositores en su natural papel, como las de los de adentro del partido ganador.
Hay desesperación en ambos lados. Los primeros en ver naufragar la Cuarta Transformación sin que aún se traspase el umbral de Palacio Nacional y festejan con sorna las aparentes concesiones del presidente electo (le quito lo de virtual, de aquí en adelante) Andrés Manuel López Obrador hacia la derecha oficialista derrotada, sin ver el sentido profundo de sensibilidad política, de estadista del presidente que elegimos la mayoría de mexicanos en un proceso electoral histórico.
En los segundos, los morenos, estamos viendo dos tipos de comportamiento, el de los auténticos soñadores de izquierda que creen que este poder otorgado por el pueblo es la oportunidad de iniciar la gran transformación que cierre definitivamente la herida provocada por el desencanto pos Revolución mexicana y caminar por las alamedas hacia una sociedad justa, equitativa e igualitaria.
Y también vemos la actitud pública de los farsantes, de los que estaban esperando la oportunidad para servirse y continuar con lo mismo bajo otro color y con otros dueños de los mandos. Ellos creen que la gente es pendeja y no los ve, que no los tiene ubicados, y que no sigue su comportamiento público y privado. Y sin pudor político muestran sus garras a destiempo, enseñan su real conformación ética, buscando alianzas con lo que sea con tal de acceder al poder, el que creen que es de ellos. Qué le vamos hacer, eso se llama cinismo. Pero los cínicos no son los mejores para el oficio de gobernar.
Estos últimos no han entendido nada. No entendieron que el proceso electoral no fue un ejercicio sólo de los morenos, sino que fue un mandato del pueblo encabronado, más que concientizado, con el estado de cosas vigente: el engaño, la corrupción, el nepotismo, la violencia, el narco, la transa, los políticos cínicos, la incultura, la ignorancia, el hambre, la burla, los guaruras, las camionetas blindadas, la misoginia, el fraude, la homofobia, el racismo y todo eso que de tan cotidiano ya nos parecía normal y casi dábamos por hecho de que nunca se podría cambiar.
Algunos de estos morenos electos quieren repetir el guión de sus viejos maestros, al parecer sus únicos referentes históricos: el defenestrado PRI que es una verdadera hidra de mil cabezas y que en algunos circula como savia, es su ADN, en su cuerpo.
El primero de julio fue también un ejercicio didáctico y un aprendizaje para el pueblo sobre el potencial del voto. Trabajan bien o los cambian, es la premisa. Para aquellos que no han entendido el mensaje les muestro estos números muy ilustrativos:
López Obrador obtuvo en Guerrero cerca de 870 mil votos, que es más del 53 por ciento; Morena en la votación para senadores bajó a 700 mil; para la de diputados federales a 600 mil; para las diputaciones locales a 518 mil y para la de ayuntamientos bajó hasta los 360 mil votos.
Hasta el tonto del pueblo entiende que no ganaron nuestros próceres locales, sino que, y retomó el tedioso lugar común, fue un tsunami llamado AMLO que los llevó a donde están, digo a donde llegarán.
Que no fue su paso por anteriores gobiernos, por otros partidos, por magistraturas, por su obra académica, por su acción legislativa, por su liderazgo en diversas actividades, ni por no haber obtenido nunca premios musicales, grammys u oscares de cartón. No, fue la ola que vi que arrastraba la camioneta de López Obrador en la Costera en su última visita a Acapulco y que catapultó a Adela Román hasta colocarla en la corroída silla presidencial del Parque Papagayo.
Estos morenos que tienen prisa por llegar al poder y que esperamos sea para cumplir los mandatos de la Cuarta Transformación y no para llenar sus bolsos y gobierno, rodeados de amigos y familiares a lo Alí Babá, ya convirtieron casa Guerrrero en un besamanos. Incluso, al gobernador Héctor Astudillo, en el dedo elector dentro de Morena.
¡Ora, qué cosa!, dijera mi admirado Arturo Solís.
Cuánta razón tiene el representante de Morena ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado, Sergio Montes Carrillo, quien advierte de los peligros que acechan a Morena desde adentro y desde los cascajos del PRI y el PRD. La sociedad también seguirá observando.