Sin mucho ruido
Palabras que no se lleva el viento
La semana pasada, el gobernador Héctor Astudillo dio una buena noticia, principalmente para los guerrerenses. Dijo que de enero a septiembre de 2019 se habían registrado sólo 87 homicidios dolosos. ¿Sólo?, seguro dijeron sarcásticos varios lectores, porque 87 les habrán parecido muchísimos, demasiados para celebrar, pero no tanto. Les comparto argumentos y cifras del sustento.
Uno. De enero a septiembre del año anterior hubo 170; o sea, 50 por ciento menos que el actual.
Dos. Los estados más violentos este año han sido Guanajuato, Estado de México, Jalisco, Baja California y la Ciudad de México.
Tres. Guerrero que habitualmente ha sido uno de los punteros de la lista, ¡ocupó el vigesimo noveno lugar!
Cuatro. 2019 ha sido el mejor año de los últimos diez en esta tierra de violencia cotidiana.
La neta, se siente raro, pero raro chingón.
Como seguro sintió el gobernador al presumir que ahora “sí podemos decir que los números van a la baja”.
Chingón.
Obvio, muchos en las redes tomaron la noticia con el escepticismo cínico y malicioso tan popular y casi idiosincrático entre los habitantes de las comunidades virtuales.
Y no es reproche, en parte lo entiendo, sobre todo cuando se trata de declaraciones de gobernantes y políticos sobre temas de seguridad pública. Porque los encargados electos y responsables directos, generalmente juran y perjuran que van bien, que bajaron los índices, que el problema es de percepciones, no de hechos concretos. Y porque al final, generalmente resulta que maquillaron datos, que exageraron, o de plano que mintieron, y que el problema sigue igual o peor.
Pero esta ocasión parece distinta, con más sustento, argumento y certeza para darle crédito a las cuentas, y justificación para el entusiasmo del vocero.
Crédito, porque las estadísticas ofrecidas no son del Gobierno Estatal, sino del Federal, si, el de la 4T, que no ha mostrado complacencias gratuitas con los representantes de partidos opositores, más bien al contrario.
Reconocimiento, porque pocos, muy pocos gobernadores como Héctor Astudillo, avalaron, respaldaron y apoyaron de inmediato la creación e la Guardia Nacional y la propuesta de Seguridad del presidente López Obrador.
Pero la mejor señal de lo que podría ser un verdadero cambio, se dio una semana después del anuncio.
Durante su visita del presidente a La Unión de Montes de Oca, en la que puso en marcha el programa IMSS-Bienestar, prometió lo que el gobernador y todos deseaban oír: “Atención especial merece Guerrero, por eso tendrá todo el apoyo del Gobierno Federal”; y dijo lo que pocos o nadie esperaba escuchar: “Celebro que tengan un gobernador como Héctor Astudillo en estos momentos, porque si se tiene un buen gobernador y hay la voluntad del Gobierno Federal de ayudar a Guerrero, van a tenerse buenos resultados, van a haber buenos frutos de esta alianza”.
La fotografía que acompañó la nota circuló en redes, de nuevo provocó maledicencias de parte de partidarios de uno y otro
Y los entiendo, pero no comparto sus interpretaciones pues evidencian, como siempre, que opinan sin leer más que la cabeza.
“Como todos los políticos”, criticó uno al gobernador. Mientras que otro compartió una nota de Carlos Loret de Mola, en la que AMLO dice que el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, “es leal y honesto, aunque no tenga los oficios para gobernar”, para desacreditar la promesa del presidente.
Lamentablemente, contradicen el compromiso democrático fundamental que deberían asumir, particularmente en una coyuntura política tan relevante para todos como esta, y la desconfianza en la credibilidad y buena fe de ambos gobernantes.
Puedo ser ingenuo, es posible, pero prefiero creer que aprovecharán la oportunidad para demostrar, por fin, que a estas palabras no se las llevará el viento.