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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de julio de 2019.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un lento crecimiento económico mundial, así como en México.
De acuerdo con la actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial, la revisión en los estimados de crecimiento para 2019 refleja las rebajas en la calificación crediticia del país. El crecimiento mundial sigue siendo moderado.
Desde la publicación de la edición de abril de 2019 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), Estados Unidos ha incrementado aún más los aranceles sobre ciertas importaciones chinas y China ha respondido elevando los aranceles de un subconjunto de importaciones de Estados Unidos. Tras la cumbre del G-20 celebrada en junio se evitó una nueva escalada de estas medidas.
Las cadenas mundiales de suministro de tecnología se vieron amenazadas por la posibilidad de que Estados Unidos imponga sanciones, no se ha disipado la incertidumbre relacionada con el brexit y las crecientes tensiones geopolíticas han alterado los precios de la energía.
De acuerdo con un comunicado del Fondo Monetario Internacional se pronostica un crecimiento de 3,2 por ciento para 2019, con un repunte a 3,5 por ciento en 2020 (0,1 puntos porcentuales menos que lo proyectado para ambos años en el informe WEO de abril).
Los datos sobre el PIB en lo que va del año, sumados a una moderación general de la inflación, apuntan a una actividad mundial más débil de lo previsto. La inversión y la demanda de bienes de consumo duraderos han sido moderadas en las economías avanzadas y de mercados emergentes, dado que las empresas y los hogares continúan postergando el gasto a largo plazo. Por consiguiente, el comercio mundial, que es intensivo en cuanto a maquinaria y bienes de consumo duraderos, sigue siendo flojo.
El repunte del crecimiento proyectado para 2020 es precario, y supone la estabilización de las economías de mercados emergentes y en desarrollo que están atravesando tensiones y avances hacia la resolución de las diferencias en torno a políticas comerciales.
“Los riesgos para el pronóstico se inclinan principalmente a la baja, e incluyen nuevas tensiones comerciales y en el ámbito de la tecnología que perjudiquen el ánimo y frenen la inversión; un aumento prolongado de la aversión al riesgo que deje al descubierto una continua acumulación de vulnerabilidades financieras tras varios años de tasas de interés bajas; y una intensificación de presiones desinflacionarias que agraven las dificultades para el servicio de la deuda, restrinjan el margen de la política monetaria para contrarrestar las desaceleraciones y prolonguen más de lo normal los shocks adversos”.
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