Sin mucho ruido
Al estilo Montecarlo
Se trata de hacerles jugar el mayor tiempo posible. Cuanto más juegan, más pierden. Y al final, nos lo quedamos todo. – Nicholas Pileggi (Escritor 1933-) Casino. De Niro, como Sam Ace Rohtstein.
La prohibición para instalar y operar casinos en México data del 24 de junio de 1938 cuando así lo decretó Lázaro Cárdenas, en 80 años las condiciones socioeconómicas y culturales de nuestra nación, han cambiado.
Guerrero y Acapulco requieren ser beneficiados por un régimen de excepción para incentivar el turismo nacional e internacional, se cuenta también con la infraestructura para operar como un plan piloto y replicar el modelo en otros municipios del país.
Podríamos tener ingresos hasta por 90 millones de dólares y un incremento de al menos seis por ciento en el flujo de turismo internacional.
No se requiere modificar la ley de juegos y sorteos, dado que es facultad exclusiva y discrecional del ejecutivo federal a través de la Secretaría de Gobernación, el otorgamiento de licencias y permisos para el establecimiento de casas de juego.
¿Por qué al estilo Montecarlo o Viña del Mar? Porque allá se cuenta con un sólo casino, en este caso la propuesta sería un casino municipal instalado en el Centro de Convenciones, sin que deje de funcionar como tal (Congresos y Convenciones) dado que cuenta con la extensión suficiente, para tener una atracción ancla, no estacional, de primer mundo.
Se propone que el casino municipal opere al mismo nivel que cualquiera de los veinte casinos más exitosos del mundo, para lo que se requiere aproximadamente que contenga las siguientes características:
• 12 mil metros cuadrados de superficie total.
• Cinco mil metros cuadrados de superficie de juego.
• Mil 250 máquinas tragamonedas.
• 40 mesas de juego para ruleta, dados, rueda de la fortuna y naipes.
• 1,500 m2 de restaurantes para 600 comensales.
• 700 metros cuadrados de áreas de entretenimiento.
• 200 metros de de bares.
Para efectos de este proyecto de casino municipal, son considerados como juegos con apuestas los siguientes: Ruleta, dados, cartas o naipes, rueda de la fortuna, máquinas tragamonedas, juegos de números; eventos deportivos y competencias transmitidos en tiempo real que podrán ser captados únicamente como centros de apuestas remotas.
Para determinar la base del pago del gravamen a cargo del permisionario, para los efectos del casino municipal, estos serán calculados de acuerdo a la utilidad bruta, por utilidad bruta se entenderá el total de ingresos obtenido por concepto de apuestas, menos el total de las cantidades pagadas a los jugadores, por concepto de premios. Este gravamen podría ser hasta del 15 por ciento de la utilidad bruta, distribuyéndolo de la siguiente manera: cuatro por ciento a la federación, cinco por ciento al estado y seis por ciento al municipio.
Una de las críticas más frecuentes que se realizan en el tema de los casinos está relacionado con el lavado de dinero. Se afirma que, sin una regulación eficiente, incapaz de imponer mecanismos para minimizar esta práctica, los casinos pueden convertirse en la vía para invertir dinero de procedencia ilícita en la economía formal.
Existen mecanismos para regular el lavado de dinero por dos vías: por parte del inversionista y por parte del jugador. La primera asegurándose que los recursos sean de procedencia lícita y permitiendo acceso irrestricto a los libros contables del permisionario. En el caso del jugador, el establecimiento deberá reportar toda operación mayor a 40 veces el salario mínimo mensual.
Algunos países del Caribe y de Latinoamérica, competidores turísticos naturales de nuestro país, han desarrollado un dinamismo mayor para adecuar su oferta a los requerimientos de los nuevos mercados, poniéndose en ventaja comparativa en apenas dos o tres lustros. En particular, han privilegiado la complementación de atractivos, introduciendo casinos y variantes de entretenimiento, cultural o ecológico, para los turistas de mayores ingresos, quienes constituyen el principal foco de atención por el volumen de recursos que representan y la duración ampliada de sus estadías. En el caso del casino municipal de Viña del Mar, los ingresos obtenidos por esta vía, corresponden al 40 por ciento del presupuesto municipal.
El país está obligado a contrarrestar esa competencia mediante una necesaria diversificación de su producto turístico para atraer visitantes de mayor capacidad económica, ofrecerles atractivos que alarguen su permanencia y propiciar la continuidad de sus estancias. Igual importancia merece la atracción de los turistas mexicanos que juegan en el extranjero, de manera que se evite la salida de divisas que se propicia por este conducto, que se calcula de más de dos mil millones de dólares al año y se retengan en favor de los casinos municipales que se ubiquen en México. Podemos lograrlo. ¿Por qué no?